Di Ludu Sumus Immurtales sumus
Mi madre es obstetriz y le gusta lo que hace, sin embargo no cuenta con las garantías necesarias para poder laburar con la seguridad de volver a casa sana y salva. Ya tiene también sus años y no vale que corra riesgos, hay emergencia económica también, pero a lo largo de mi vida aprendí de mis padres que la vida y la familia es más importante que cualquier cosa o dinero.
Adentrarse en lo cotidiano se vuelve sencillo para mi, a la final, son los momentos, esos pequeños brincos de tiempo y espacio que podemos palparlos, sentirlos, olerlos, amarlos u odiarlos. “Igual tengo que ir a trabajar hijo, me gusta lo que hago” me dice mi madre cuando empieza todo este juego extraño de un aislamiento impuesto por una emergencia surgida. A pesar de sus ganas, decide quedarse en casa y también le pedimos que lo haga, a la final, sea cierto o no lo que sucede, igual no vale correr el riesgo, vivimos en una casa y habitamos doce personas y no todas tienen las mismas capacidades físicas o defensas así que es mejor prevenir que lamentar.
No pierde el tiempo y se pone a hacer jabones, perfumes, shampoos; no los vende, los hace porque le gusta hacerlo y porque siempre quiere estar aprendiendo algo nuevo y encontrarse ocupada, no soporta estar sentada mirando televisión o pegarse una siesta, es de esas mujeres que necesita estar en movimiento. Extraña su consultorio, no es que tenga una gran cantidad de pacientes, pero los pocos que llegan siempre quedan contentos con su trabajo, a la final es sincera, honesta y por casualidades de la vida y de esta existencia, tiene una capacidad de entendimiento de la situación del otro bastante grande, lo que le permite dialogar sin tapujo y sin tanto prejuicio con sus pacientes.
Esta vez le ha tocado quedarse un tiempo bastante largo en casa y jamás ha perdido un minuto, sigue aprendiendo y adaptándose constantemente a cada circunstancia; también disfruta de cocinar. De toda la familia ha sido de las pocas que ha logrado guardar celosamente las recetas de mi abuela, en algún modo, una matrona del hogar. Lleva verde en sus manos, un producto de la tierra que sorprendentemente fuera de cualquier cadena alimenticia, supermercado privado o comida enfrascada con normas ISO y registro sanitario, ha sido de las plantas más usadas por la gente en esta cuarentena, ha dado de comer a ciento de miles y quizá a millones de ecuatorianos.
Lungus sumus, de canela y zapallu
yuca, verde, mandioca
tamarindo, guayaba, guineo
tomate riñón, tomate de árbol
cebolla paiteña saca lágrimas moqueadoras,
de barru sumus
di ludu sumus
immurtales sumus,
La foto nace al concretar la idea dentro de mis estudios de fotografía, buscando aplicar también parte de la experiencia que me ha brindado la antropología, más que como una ciencia social, como una forma de moverse en en la vida. Inspirada en la fotografía intimista de Larry Sultan y reflexionado con la esencia de Richard Billingham, construí esta escena.
Texto y Fotografía Rafael García.
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